Entra en la sala, está silenciosa
aunque se oyen murmullos, ahí no estudia nadie. Se sienta en la silla y saca
los libros, Biología, Historia, Química
y otras 6 asignaturas le hacen la vida imposible. Abre los libros y se
dispone a aprovechar el tiempo todo lo que pueda, es su último año de colegio y
sabe que tiene que esforzarse al máximo para poder entrar en la universidad.
Ella no es una chica cualquiera,
no es como esas a las que les gusta lo típico, no es una poligonera, ni una golfa, no
se pinta los labios, ni busca hombre de una noche. Pero lo que ella no sabe es
que con su largo pelo moreno, su estilizada figura y esa sonrisa tan perfecta
en su boca, nubla la mente de todo hombre y produce envida en las mujeres que
la miran. Se llama Sara y quedan pocas chicas como ella.
Al otro lado de la sala hay un
chico que la observa, ella no lo sabe pero él solo trata de ir a la sala de
estudio cuando esta ella o de tener un roce para hablarla. Él sabe que no es
una chica fácil pues tiene la habilidad de elegir solo chicas que de verdad
merecen la pena. Se ve minúsculo como grano de arena en la playa, tan solo uno
más de la sala, pero para él ella es la única del lugar. Con esos gestos tan
coquetos y su manera de jugar con el pelo Mario pierde la cabeza. Para él es
imposible concentrarse, también es su último curso y teniendo en cuenta que
nunca ha sido un alumno ni un hijo ejemplar, le es mucho más difícil este
último año.
Mario se ha pasado toda su vida
tirando, encadenando momentos malos con otros no tan malos, buscando la manera
de evadirlos sin hacerles frente. Nunca ha sabido valorar lo que ha tenido, tan
solo vivía despreocupado y si algo se daña trata de arreglarlo. Pero tiempo
después vuelve esa despreocupación en la que él felizmente vive aun sabiendo
que no es modo correcto de vivir.
. . .
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