Si de algo se puede estar seguro es de que las casualidades
existen, y esta historia comenzó exactamente así. Las acciones de cada uno
llevan a hechos, y estos a consecuencias y, cualesquiera fueran las intenciones de cierto individuo
anónimo de trece años, Pablo y yo
salimos beneficiados algún día de octubre.
-
- Sophía, ¿sabes
por qué muero yo? ...Por no tenerte.
Pero más que de días…hablemos de noches. Y de ahí el título
del blog. Uno de los primeros recuerdos que tengo con él es a las 5 de la
madrugada, ambos tumbados sobre unas sábanas rojas, hablando de cualquier cosa y riéndonos de nuestras
torpezas como si nos conociéramos desde siempre, mirando al techo, de vez en
cuando a él, y aún levemente afectados por el alcohol de una noche de fiesta.
Teníamos todo el tiempo del mundo para percatarnos de lo parecidos que éramos.
Esa noche sería lenta pero imprescindible.
La mañana siguiente me di cuenta de que los cruasanes del
desayuno jamás me habían sabido tan bien, y tenía cierta sensación en el
estómago que, pese a no seguir con hambre, me decía que quería volver a
desayunar así. Comenzaría, sin saberlo, una lista de planes pendientes.